Charles Yu es bien conocido por todos vosotros, porque, a pesar de la brevedad de su Re: Re: Re: Re: Re: El microondas de la sala-comedor está haciéndole cosas raras al tejido del espacio-tiempo, este relato se ha convertido en uno de los más populares de Cuentos para Algernon. Aunque seguro que muchos de vosotros también lo conocéis gracias a que es uno de los guionistas clave de Westworld, la popular serie de la HBO. Dado que como decía su ultracorto del microondas gustó mucho por aquí, he pensado que estaríais encantados de poder leer otra muestra de su flash fiction, que además os puede servir como aperitivo de la colección que la editorial Fata Libelli tiene previsto publicar próximamente con siete de sus mejores cuentos.
Coyote (cuyo título original es asimismo Coyote) apareció en 2015 dentro de la antología Watchlist: 32 Histories by Persons of Interest, editada por Bryan Hurt, que hace un año ya recomendaba por aquí. Como ya señalaba entonces, este volumen recopila 32 relatos que tratan sobre la sociedad de la vigilancia en la que ya estamos inmersos y sus posibles futuras variantes, y uno de mis cuentos favoritos de la misma es este Coyote, que tengo el placer de compartir con todos vosotros. Se trata de un texto irónico y casi tan lleno de humor como el del microondas, pero que es al mismo tiempo una reflexión bastante más seria sobre esa sociedad de la vigilancia que es el nexo de unión de este volumen.
Y antes de que os lancéis a disfrutar con Coyote, tan solo me queda agradecerle a Charles que me haya permitido tener aquí este segundo cuento suyo. Thanks a million, Charlie!
ACTUALIZACION I: Pinchando aquí ya podéis descargar este relato en los formatos de costumbre (EPUB, FB2 y MOBI). Y también como de costumbre, muchas gracias a Johan y Jean por su colaboración.
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Coyote
Charles Yu
Hoy es tu primer día en la División. Te han asignado un cubículo contiguo al de Henry. Henry es tu jefe. Te entrega un dosier, te dice que esperes a estar solo para abrirlo. Buena suerte, te desea Henry, y se va a tomar un café. Oyes las suaves pisadas de sus zapatos de charol de vestir mientras se aleja por la alfombra que amortigua los sonidos. Te sientes un tanto sorprendido por su elección de calzado. Cuando dejas de oírlo, abres el dosier y encuentras un sobre de seguridad cerrado con un precinto termal con el membrete oficial del logotipo de la División. Presionas con el pulgar sobre él y lo mantienes hasta que el sello pasa del verde al rojo. Deslizas el abridor por debajo y contra él, lo abres con el filo y sacas una hoja ultrafina de papel químico plateado. En el centro hay un círculo; inhalas para a continuación exhalar sobre él. Marcadores de tu ADN se unen a receptores bioactivos en el papel y revelan una fotografía que aparece para desvanecerse siete segundos después. Tiempo suficiente para que veas el rostro de la imagen, el sujeto al que debes investigar: Henry.
Vas a almorzar con Henry. Henry también invita a Carol a que os acompañe. Henry se ha traído una ensalada de pollo de un supermercado ecológico. Te preguntas si Henry y Carol se habrán acostado alguna vez. Henry tiene una habilitación de seguridad de mayor nivel que la tuya, algo que sabes porque está recogido en tu dosier, pero que en cualquier caso hubieses dado por descontado porque es tu jefe. Carol también tiene una habilitación de seguridad de mayor nivel que la tuya, algo que sabes únicamente porque es una información que se incluye en tu dosier sobre Henry. No obstante, lo que resulta interesante es el hecho de que la habilitación de seguridad de Carol es de mayor nivel que la de Henry, algo que este no sabe. Lo que no es sorprendente, habida cuenta de que, dadas dos personas cualesquiera, la de habilitación de seguridad inferior no acostumbra a saber cuál es el nivel de habilitación de seguridad de la de nivel superior. Sin embargo, lo que sí que es sorprendente es que Carol no sabe que tiene una habilitación de seguridad de mayor nivel que la de Henry. Aunque tú sí lo sabes. Tratas de organizar lo que sabes y a lo que llegas es a esto: lo que sabes es que Carol sabe cosas que Henry no sabe, y también que Carol no sabe que sabe cosas que Henry no sabe. Carol ríe las gracias de Henry en exceso y demasiado fuerte para que la suya sea una relación de simple amistad. Carol le toca el antebrazo tres veces durante el almuerzo, la última manteniendo el contacto durante quizá unos dos segundos antes de levantarla para acomodarse el cabello detrás de la oreja. Para el almuerzo, Carol se ha traído un sándwich de ensalada de huevo envuelto en papel encerado. Entre bocadito y bocadito toma pequeños sorbos de una lata de refresco light.
Henry posee una habilitación de seguridad de nivel cinco; Carol, de nivel siete; tú, de nivel tres, así que, en general, sabes bastante menos que Henry sobre asuntos de seguridad, y mucho, mucho menos de lo que sabe Carol. Sin embargo, sabes cosas individuales sobre ambos, y sobre cada uno de ellos en relación al otro. Sabes cosas sobre lo que saben. Así que, en cuanto a esto, no eres meramente un Tres. Eres otra cosa. Eres un Tres +. Si todos fuerais animales, Henry sería un buey. Carol, una osa. Y tú, tú eres un humilde cánido. Más pequeño, más débil, menos de temer. Salvo para animales más grandes y lentos. No eres un lobo. Eres más como un coyote.
Henry te pregunta cómo va tu investigación. Tú te limitas a decir que bien. Él dice haber oído cosas buenas sobre el trabajo que estás realizando. Espera que consigas alcanzar tu objetivo. Tomas nota mentalmente de que debes revisar el dosier de nuevo porque estás casi seguro de que en el mismo no se mencionaba objetivo alguno. Tú, Henry y Carol vais a almorzar al Olive Garden. No lo has elegido tú. En realidad no lo ha elegido nadie. El Olive Garden es el único restaurante al que se puede ir andando, y los tres disponéis de tan solo una hora para almorzar. La sopa del día es minestrone de verduras. Pides una taza y coges ensalada y grisines del bufet libre. Carol pide un vaso del vino tinto de la casa. A mitad de comida, Henry y Carol se excusan al mismo tiempo. Se dirigen a los lavabos, pero un minuto más tarde los ves en el exterior hablando. Henry asiente mucho con la cabeza y mira más o menos en tu dirección. Carol tiene una expresión en el rostro que te cuesta interpretar. Consultas el manual de expresiones faciales involuntarias. Este libro tiene una tabla que muestra cómo la gente trata de expresar la Emoción A pero sin querer manifiesta sus verdaderos sentimientos hacia alguien, llamémosles Emoción B. Si se consigue identificar correctamente esa Emoción A fingida, y a continuación identificar determinados indicadores de factores estresantes en la voz y comportamiento, se debería ser capaz de determinar la emoción genuina, la B. La diferencia entre A y B se llama filtración. Las filtraciones son malas cuando cuentas con una habilitación de seguridad, sobre todo de un nivel tan elevado como cinco, o incluso siete. En tus informes diarios ya has dejado constancia de que Carol tiene importantes filtraciones. Quiere transmitir apatía benevolente hacia ti, dado que estás considerablemente por debajo de ella en la jerarquía; pero en lugar de eso lo que expresa sin querer es que odia tu estúpida jeta, o algo por el estilo. Te comes tu ensalada y tus grisines, y muestras una competente expresión de ingenua ignorancia de todo esto. Cuando la camarera se acerca para preguntar si tus ausentes compañeros de almuerzo desean que les rellene los vasos, mientes y dices que no, aunque Carol ha indicado expresamente que si venía alguien quería otro té frío con limonada.
Cuando regresas del almuerzo, hay otro sobre encima de tu escritorio. Repites todo el procedimiento del pulgar, el aliento, la apertura del precinto y demás, y sacas la fotografía. Es de Carol. La nota al pie indica que no tienes que investigar a Carol (más allá de lo que resulte necesario o inevitable como consecuencia de tu investigación de Henry). Esta comunicación sirve meramente para informarte de que Carol te está investigando. En un momento reevalúas la distribución del conocimiento. Si Carol ha examinado tu dosier, sabe que estás investigando a Henry. Y que por lo tanto estás investigándola a ella, aunque sea de modo indirecto. Y ahora tú sabes que ella lo sabe. Y también sabes que ella no sabe que tú sabes que ella lo sabe. Tienes que tener las cosas claras o podrían despedirte. O asesinarte. Estás pensando en sacar un tentempié de la máquina expendedora. O bien los crackers de solo cien calorías el paquete o bien unas galletas. Carol asoma la cabeza en tu cubículo. ¿Qué te cuentas, novato?, dice. O al menos eso es lo que dice su boca. Una nueva filtración. Miras tu mesa, pero la imagen de Carol ya se ha desvanecido. Ahora ya no estás seguro de si ella sabe que tú sabes que ella sabe. Esta incertidumbre sobre cuál es exactamente el entorno epistemológico podría causarte serios problemas a la larga. El cómo manejes esto podría desembocar en un avance clave en tus investigaciones o en la debacle de tu carrera en la División. Optas por las galletas, porque ¿por qué no? La vida es demasiado corta para andar todo el tiempo contando calorías.
Estás en un ascensor con Henry. Te planteas la posibilidad de decirle algo. Ahora bien, ¿qué le vas a decir? Sé cosas sobre ti. Eso no es cierto. No sabes cosas sobre él. Sabes cosas sobre lo que él sabe y no sabe sobre Carol. ¿Qué ganarías con decirle eso? Pero te gusta el hecho de que tú estás a un lado de una pared y él al otro, y él ni siquiera sabe que hay una pared. Todos los que entran en la División disfrutan al principio de esta particularidad de su trabajo, pero a la larga empiezan a sentir emociones contradictorias al respecto. Por una parte, la condición humana es ya de por sí tan aislante que celebrar la compartimentación sistemática del saber y la concienciación dentro de un grupo grande de personas con el único objetivo de maximizar el control y la filtración de información parece, como poco, insensible. Aunque, por otra parte, en cierta manera Henry se lo merece. Carol entra en el ascensor, junto con otra mujer a la que nunca has visto. Henry saluda con la cabeza a Carol y a la otra mujer y sale del ascensor. Tú sigues ahí de pie, en silencio, mientras el ascensor sube del piso diecisiete al cuarenta y siete, con la mirada clavada en la nuca de Carol.
La nueva mujer se llama Donna. Acaba de ser transferida a la División. De vez en cuando ves a Donna en el vestíbulo o, más bien, la ves justo en la puerta del mismo, cerca del cenicero, fumando un cigarrillo. Antes era agente de campo. Esto lo sabes porque a Henry le han encargado investigar a Donna, y lo que él descubre sobre ella es incluido en tu dosier sobre Henry. Ahora eres un Cuatro, y Henry ahora es un Seis. Carol ha ascendido más allá de las habilitaciones de seguridad numeradas y ya está con las letras griegas. De estas hay cinco niveles: Épsilon, Delta, Gamma, Beta y Alfa. Después del Alfa hay más, pero el nivel de tu habilitación no te permite conocer siquiera los nombres de los niveles por encima del Alfa. Ni que decir tiene que el Alfa es un nivel bastante alto. Carol es Épsilon, que no es tan alto, pero que probablemente es mucho más de lo que tú llegues a alcanzar jamás. Empiezas a sentirte resentido por tu situación. En la parte baja de la jerarquía y, sin embargo, en virtud de estas extrañas circunstancias, funcionalmente mucho más arriba del nivel de tu habilitación. No sabes nada. Lo único que sabes es qué no sabe la gente que está por encima de ti. Es como si todos los trabajadores de la División estuvieran de pie ante un enorme mirador contemplando un paisaje. Te imaginas a Henry, a Carol y a Donna contemplándolo. La grandeza de la naturaleza; su absoluta, incontrovertible y cruda presencia. Ellos ven lo que hay al otro lado del cristal. Pero lo único que tú ves es su nuca. Estás atrapado detrás de ellos, por algún motivo, o quizás sin motivo alguno. Y, a pesar del inmenso abismo de disparidad entre tu punto de vista y el suyo, tú sabes algo sobre cada uno de ellos que ninguno de ellos podrá jamás experimentar tal y como tú lo experimentas. Tú sabes cómo son por detrás. Los cigarrillos favoritos de Donna son los Parliament, aunque acepta casi cualquier marca cuando gorronea alguno. Y te has fijado en que, en ocasiones, se fuma dos seguidos, sobre todo cuando está hablando con Henry.
Copyright © Charles Yu 2015
Excelente. Me ha gustado más que el del microondas, que ya me pareció divertidísimo. Este es muy divertido, pero… hay más. Genial
A mí me encanta el estilo con que está escrito el cuento, que es donde creo que radica la mayor parte del humor. He intentado que se perdiera lo menos posible en la traducción, y como veo que realmente os está pareciendo divertido empiezo a quedarme tranquila al respecto. 😀
Genial, efectivamente. A mí también me ha gustado más que el del microondas. Como dices tiene una crítica más profunda y recuerda mucho a según que series y libros sobre las agencias de inteligencia americanas.
Como sigas así, Tim Pratt va a tener motivos para ponerse celoso. 😉
Buff, el final ¿abierto? me ha dejado como mal sabor de boca.
Sin embargo, me ha gustado la sensación de estar leyendo una historia ambientada en el universo de 1984.
Muy bueno, pero prefiero el de Re Re Re…
Sí, el final es tan abierto que descoloca un tanto. Bueno, con tu voto la cosa se iguala un poco, lo que siempre está bien: 2-1 a favor de Coyote.