Por el cosmos con Qfwfq, de Ursula K. Le Guin – Especial Calvino II

Ursula K. Le Guin no solo ha escrito novelas, relatos y poesías, sino que, como bien sabéis, también es la autora de numerosos textos de no ficción, uno de los cuales podéis leer en este mismo blog: Un mensaje sobre los mensajes.

La estupenda acogida que ha tenido este ensayo me hizo pensar que, si ella os recomendaba un libro de Italo Calvino, le ibais a hacer mucho más caso que a mí  ;), así que decidí ficharla para este homenaje en el que tengo el honor de que participe con su reseña Por el cosmos con Qfwfq (Into the cosmos with Qfwfq), de la edición en inglés de una de las colecciones de cuentos de este autor, publicada en España con el título Todas las cosmicómicas por la editorial Siruela en 2007; y en inglés, como The Complete Cosmicomics, por Penguin Classics en 2009.

Así que espero que leáis este breve texto (que no va a estar disponible para su descarga) y, a continuación, os lancéis a leer o releer todas o algunas de las cosmicómicas de Calvino. Si no habéis leído ninguna, mi recomendación es que empecéis por las originales (y aquí podéis leer la primera), es decir, aquellas que están incluidas en Las cosmicómicas, con las que seguro que vais a pasar un rato excelente.

Y, ya por último, quiero dejar constancia por segunda vez de mi agradecimiento a la agencia Curtis Brown, LTD (y muy en particular a Sarah), por autorizarme tan amablemente a traducir y publicar este texto, y, sobre todo, a Ursula K. Le Guin, por haber accedido a unirse a este homenaje al gran Calvino. Un millón de gracias, Ursula.

Por el cosmos con Qfwfq

Ursula K. Le Guin

Las lecturas veraniegas que más me gustan son, o bien una de esas novelas extensas, uno de esos maravillosos tochos en el que sumergirme plácidamente tumbada, o bien una colección de cuentos, para, como si de una cesta con fruta de verano se tratara, ir saboreando uno o dos por vez. Y con este libro, Italo Calvino nos ofrece una enorme cesta de cuentos: nectarinas, albaricoques, melocotones, higos… de todo.

Todas las cosmicómicas incluye el volumen Las cosmicómicas, la primera traducción al inglés de siete de los cuentos de La Memoria del Mondo, todas los relatos de Tiempo cero, cuatro de los incluidos en La gran bonanza de las Antillas, y un par no recogidos anteriormente en ningún otro libro.[1] Es un placer tener la totalidad de las cosmicómicas tras la tapa de un único volumen (una tapa preciosa, además, y un volumen de buena factura). Más de un tercio de las historias me eran completamente desconocidas y también lo serán para la mayor parte de los lectores de habla inglesa; y algunas son auténticas joyas. La traducción es enteramente satisfactoria, y la introducción de Martin McLaughlin no podía ser una mejor guía para estos relatos deslumbrantemente peculiares.

¿Qué fue Italo Calvino?, ¿un prepostmodernista? Tal vez ya sea hora de dejar de lado el modernismo y todos sus prefijos. Tras luchar en su juventud junto a la resistencia comunista de oposición a la ocupación de Italia por los nazis, Calvino llegó a ser, y nunca dejó de serlo, un escritor de fantasía intelectual de originalidad plenamente coherente. Y ¿qué es una cosmicómica, este género que inventó mediada su carrera? Se trata a todas luces de una subespecie de la ciencia ficción, que acostumbra a consistir en la exposición de una hipótesis científica (verdaderas en su mayor parte, aunque en ocasiones no comúnmente aceptadas) que sirve de marco a una historia en la que el narrador suele ser un personaje llamado Qfwfq. De modo que nos encontramos con que «Todo en un punto» empieza así:

A través de los cálculos iniciados por Edwin P. Hubble sobre la velocidad de alejamiento de las galaxias, se puede determinar el momento en que toda la materia del universo se hallaba concentrada en un solo punto, antes de empezar a expandirse en el espacio.

Por supuesto que todo estaba allí —dijo el viejo Qfwfq—, ¿y dónde si no? Todavía nadie sabía que existía el espacio. Y el tiempo, ídem: ¿qué queréis que hiciéramos con el tiempo estando allí apretados como sardinas en lata?[2]

Fíjense, por favor, en las sardinas, características y esenciales del método y estilo de Calvino. A partir de este inicio, la historia se va a ir desarrollando con una lógica perfecta… al menos para todos aquellos cuya definición de lógica incluya, tal como debería ser, no solo la astrofísica moderna, sino también la paradoja de Zenón, el Aleph de Borges y la merienda del Sombrerero Loco.

Puede considerarse que los últimos relatos de Calvino no son cuentos en el sentido convencional del término, sino apólogos: ilustraciones narrativas de una apercepción, idea o teoría intelectual, o incluso de una ocurrencia. Uno de los instrumentos favoritos de la Ilustración, el apólogo se presta a la sátira y a la comedia. El Cándido de Voltaire es una obra maestra del género. Los apólogos ofrecen caricaturas más que personajes; ironía, en lugar de empatía. Aunque a veces personalidad y emociones se cuelan sigilosamente y llegan a ejercer su influencia, este formato también puede ser fríamente cerebral. Los apólogos de Calvino hacen juegos de palabras con la ciencia, el tiempo, el espacio y los números; y en algunos de ellos esos juegos es todo lo que hay. A los lectores que disfruten con ellos, tal vez a aquellos a quienes Wittgenstein o Eco fascinen, las piezas de Tiempo cero les resultarán especialmente satisfactorias; a aquellos de nosotros más enfangados en la mortalidad, sus abstracciones radicales pueden resultarnos estériles. Porque la imaginación de Calvino es totalmente radical. En «La persecución» reduce tan literalmente la historia a una persecución, que la misma no es el clímax de una película de acción sino la totalidad de la historia: el mundo reducido a una carretera, la emoción reducida al suspense, la ausencia de contexto y personalidad llevada hasta tal extremo en esta historia de autos que parece apuntar (el juego de palabras resulta inevitable) a una especie de autismo.

De igual manera, Las ciudades invisibles tiene su origen en una idea, en una ocurrencia; pero, esa idea de un Marco Polo ya anciano que regresa a China para describirle al Khan, también anciano, las ciudades que este no visitó en sus correrías resulta tan intrínsecamente cómica y poética, tan infinitamente sugestiva, que llevó a su autor hasta el que tal vez sea su libro más hermoso. No obstante, aunque haya cosmicómicas que son un tanto excéntricas, la mayoría son absolutamente disfrutables, y algunas se sitúan entre las obras más sublimes de Calvino: inteligencia, humor, emotividad e ironía para destilar pura lucidez.

Las cosmicómicas versan sobre asuntos de estimulante inmensidad: los confines del espacio y el tiempo, en los que la calidez y el humor se cuelan a través de todo tipo de brechas, anomalías y trucos. La prosa leve, escueta y clara de Calvino baila sobre los años luz, salpicada en todo momento de imágenes familiares y gráficas. Como por ejemplo, las sardinas; como por ejemplo, el cielo de piedra sobre aquellos que moran en el interior de la Tierra y ven cómo «a ratos, la oscuridad es surcada por un zigzag llameante. No es un rayo, es metal incandescente que serpentea hacia abajo por una vena».

La única pega que le encuentro a esta prosa es su convención satírica o jocosa de los nombres inarticulables. Si no puedo ni decir ni oír «Qfwfq» (¿cufufcu?), ¿cómo voy a oír la cadencia de la frase donde aparece? En esto, la tendencia hacia la abstracción de Calvino supone una amenaza para el propio lenguaje al reducirlo a simbología matemática literalmente impronunciable. Ese juego se va volviendo más arriesgado, pero seguimos devorando el libro, arrastrados por el buen humor y el aplomo del narrador, sobre todo del omnipresente e insaciable Qfwfq, y encantados con sus amigos y parientes, con toda la gente que estaban allí al principio, porque ¿dónde si no?, como su abuelo, el viejo coronel Eggg, y su esposa, que se trasladaron a nuestro sistema solar justo cuando se estaba formando. «En cuatro mil millones de años que llevo aquí, ya están bastante ambientados, han conocido gente», nos explica Qfwfq. Sin embargo, los vecinos de sus abuelos, los Cavicchia, se van a marchar, se vuelven a Abruzi; y a su abuela también le gustaría hacer algún viajecito, tal vez ir a visitar a su madre en la galaxia de Andrómeda. Pero no es lo mismo, protesta el abuelo, y discuten sobre el asunto, discuten eternamente, hasta el final de los tiempos dale que te dale con «ese “siempre crees que tienes razón” y “porque tú nunca me escuchas” sin el cual la historia del universo no tendría para él ni nombre ni recuerdo ni sabor, ese altercado conyugal ininterrumpido, si por casualidad un día terminara: ¡qué desolación, qué vacío!».

La postura de Calvino ante la dualidad, ante la existencia de opuestos, es casi exclusivamente sexual. La dualidad no conduce a una síntesis, sino que es un proceso eterno, como la figura del yin yang, con la discusión conyugal como representación bastante ajustada. Qfwfq pertenece al género masculino, independientemente de la forma que resulte tener en cada momento: un átomo cayendo, un viajero espacial o (en el hermoso cuento «La espiral») un molusco diminuto. Por lo general, también está presente una entidad femenina, cuya esencia no es solo la diferencia, sino también la discrepancia, la resistencia, la huida: esa amada siempre femenina, que ni corresponde a ese amor ni puede ser poseída. Como el punto de vista nunca es el de ella, el cosmos calviniano puede parecer en algunos momentos sesgado hacia el principio masculino. No obstante, la que a mí me resulta más provechosa y entrañable es su omnipresente metáfora de esos amplios clanes familiares italianos, ilimitados y eternos. Calvino desarrolla, empero, su dualismo de géneros de manera profusa y con gran sentimiento en relatos como «El cielo de piedra» y su reescritura, «La otra Eurídice». Allá donde hay verdadero deseo, el varón percibe rivalidad; de forma que la dualidad se amplía hasta el eterno triángulo… que aquí sí que es realmente eterno.

Calvino estuvo por delante de su tiempo en tantos aspectos que únicamente ahora, veinticinco años después de su muerte, su obra no solo no es percibida como algo marginal por pertenecer al género fantástico, sino que es ampliamente considerada un hito dentro del campo de la ficción, la obra de un maestro. Cuando él escribía, en los círculos literarios estaba mal visto hablar de ciencia ficción, y los cómics estaban, si es que eso era posible, incluso peor considerados. Antes del final de la década de los noventa eran pocos los críticos literarios que se imaginaban que fueran a dedicarles sesudos análisis. Si esos críticos prestaron alguna atención al nombre con el que Calvino bautizó estas historias, fue para recalcar una implicación: la comedia cósmica. No obstante, no hay duda de que la intención de Calvino también era que nos acordáramos de los planteamientos vertiginosos, los saltos e inmensas simplificaciones de la narrativa gráfica en viñetas: las tiras de historietas, los cómics… Un cuento, «El origen de los pájaros», juega directamente con esta imagen, dando instrucciones al lector de una manera sumamente característica de Calvino: «Es mejor que vosotros mismos intentéis imaginar la serie de viñetas con todas las figuritas de los personajes en su sitio, en un fondo eficazmente trazado, pero intentando al mismo tiempo no imaginaros las figuritas, y ni siquiera el fondo».

Así que, ya ven, hemos recibido instrucciones totalmente contradictorias. Tal vez si pudiéramos seguirlas podríamos estar cerca de alcanzar el estado de «capacidad negativa», que Keats consideraba el más fructífero de todos. Y yo soy de la opinión de que fue en ese estado donde Italo Calvino permaneció gran parte del tiempo.

Copyright © 2009 Ursula K. Le Guin

First published in The Guardian, 15 June 2009. / Publicado por primera vez el 15 de junio de 2009 en The Guardian.

Used by permission of Curtis Brown, Ltd. All rights reserved. / Publicado con la autorización de Curtis Brown, Ltd. Todos los derechos reservados.



[1] Los títulos de las obras citadas en el texto original en inglés son los siguientes: Cosmicomics, publicado en inglés en 1968, cuyo contenido se corresponde con, entre otras, la edición española de Las cosmicómicas (Minotauro, 1985); Time and the Hunter, publicado en inglés en 1969, y en español como Tiempo cero (Minotauro, 1985); y Numbers in the Dark, publicado en inglés en 1995, y en español como La gran bonanza de las Antillas (Tusquets, 1993). La Memoria del Mondo fue publicado en italiano en 1968 y no ha sido editado de manera independiente ni en inglés ni en español.Volver


[2] La traducción de este y del resto de fragmentos de cuentos de Italo Calvino está tomada directamente de la edición de Todas las cosmicómicas, publicada por la editorial Siruela, y traducida del italiano por Ángel Sánchez-Gijón.Volver

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6 respuestas a Por el cosmos con Qfwfq, de Ursula K. Le Guin – Especial Calvino II

  1. Qué lujazo poder leer un artículo sobre Las Cosmicósmicas en español y de Le Guin. ¡Mil gracias!

    • marcheto dijo:

      Sí, tener una autora de esta categoría es todo un lujazo para el blog. Todavía me cuesta creer que escritores de la categoría de Ursula K. Le Guin (y sus agentes) acepten ceder tan amablemente sus textos para proyectos pequeñitos como este. Espero que disfrutes con la reseña casi tanto como con las propias cosmicómicas. 😉

  2. Poe dijo:

    Todavía no me explico como Esta Mujer no ha ganado un premio nobel. Quizás sea mejor así, Borges tampoco lo recibió. Además es una amante de la literatura en otros idiomas!! tradujo y recomienda fervientemente a Liliana Bodoc (una escritora notable hay que decir) no sabía de su gusto por Calvino que, debo confesar aún no he leído!! espero remediarlo en cuanto termine las varias lecturas simultáneas que estoy llevando adelante.

    • marcheto dijo:

      Hola, Poe.
      En el Nobel intervienen tantos factores extraliterarios (tal como era en parte la intención de su fundador), que no creo que merezca la pena buscar explicaciones. Yo creo que deberían inventar el Nobel honorífico y con eso podrían solucionar gran parte de las injusticias, como tienen en los Oscar, donde les resulta de lo más útil. 😉
      Por cierto, no conozco a Liliana Bodoc, ¿recomendable? Sí que sé que Ursula no solo lee a autores en español, sino que incluso los traduce, como ha sido el caso de Angelica Gorodischer y su Kalpa Imperial.
      Si te animas a leer a Calvino, este especial ya estará consiguiendo su objetivo.
      Y, por supuesto, muchas gracias por tu comentario.

  3. Poe dijo:

    Hola Marcheto, leo mucho, leo de todo, pero sobre todo fantasía y ciencia ficción y en cuanto a la fantasía estoy seguro que Liliana Bodoc es de lo mejor que he leído por mucho. La “Saga de los confines” es una maravilla. En el primer tomo se pueden ver algunos “hilos” y paralelismos con Lord of the rings, pero los escenarios, los personajes y la frescura del relato lo hacen único. El segundo y tercer tomo (es hasta donde leí) son un pequeño milagro!! la trama se aleja de los tópicos del primero (similitudes con Lord of the ring) se vuelve original, potente y con un desborde de imaginación alucinantes. Sin duda voy a leer a Calvino, creo que comenzaré por las cosmicomics, sin duda recomiendo leer Liliana Bodoc!!! gracias por el blog, es una maravilla!! Saludos desde la lluviosa y otoñal Buenos Aires!!!

    • marcheto dijo:

      Bueno, definitivamente apunto a Liliana Bodoc como una autora que tengo que leer. Gracias por la recomendación. En cuanto a Calvino, tanto Las cosmicómicas como Las ciudades invisibles son buenos libros para comenzar con él. Por cierto, el próximo cuento del especial del blog es de lo más cosmicómico. 😉
      Y aquí estamos en primavera, pero ahora mismo a lluvia no nos gana nadie.

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